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Explora el arraigado legado culinario de #Tulancingo, conoce la anécdota del #Guajolote

Donde la creatividad de una mujer, Rosal Alvarado Valladares, dio origen a un antojito tradicional llamado guajolote hace aproximadamente 80 años. Este suculento platillo ha pasado de generación en generación, siendo ahora elaborado por las hijas de Rosal y numerosas mujeres del municipio que han adoptado la receta.

La anécdota que da vida al guajolote se remonta a una noche especial cuando unos ingenieros estadounidenses llegaron tarde a la comida de Rosal. Ante la falta de ingredientes para sus platillos habituales, ingeniosamente creó una torta con bolillo, frijoles, enchiladas verdes y huevo cocido. Al solicitar los ingenieros “un pavo”, Rosal les sirvió su innovador platillo, que bautizaron como guajolote debido a su simplicidad.

Esta delicia ha evolucionado con nuevas variantes, incorporando ingredientes como carne de cerdo, salchicha, chorizo, milanesa y carne asada. Aunque el guajolote se ha vuelto popular y se vende en varios puestos, los originales se encuentran en el Portal de Rosa, manteniendo su precio en 25 pesos, más económico que la competencia que lo oferta hasta en 40 pesos.

El guajolote, un antojito que fusiona historia y sabor, ha trascendido gracias a la creatividad y tradición que Rosal inició en Tulancingo hace décadas.

Si te animas a explorar Tulancingo desde Pachuca, el viaje en auto toma alrededor de una hora y media. La ruta Pachuca-Tulancingo está bien señalizada para guiar a los viajeros. Desde la Ciudad de México, puedes llegar a Tulancingo de Bravo en autobús a través de servicios operados por Autobuses Conexión o ADO desde la estación de Indios Verdes, con salidas cada 30 minutos.

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Autor Itzel G. Bandala

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