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Un fenómeno natural sorprendió recientemente en las costas del cabo Auricosta, al sur de Río Grande, Tierra del Fuego, donde un inusual escenario de mar congelado capturó la atención de locales y turistas por igual.
Jacobo Martín, investigador del CONICET en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), explicó los factores clave que llevaron a este extraordinario acontecimiento. Según Martín, la combinación de vientos atípicos del norte y noroeste, impulsados por un raro sistema de alta presión cerca de la Antártida, trajo consigo una ola de frío excepcional a la región.
En contraste con la idea popular de olas congeladas, Martín aclaró que el mar no se congeló en sí mismo, sino que condiciones extremas provocaron la formación de hielo en las orillas expuestas y resguardadas por mareas bajas prolongadas. Explicó que el agua marina, debido a su constante movimiento y salinidad, rara vez se congela en estas latitudes, a menos que se den condiciones extremas y persistentes de frío.
El paisaje resultante, con playas cubiertas de hielo en bahía San Sebastián, se debe principalmente a la pérdida de calor sensible en gotas de agua sobre la playa durante las semanas de frío intenso. Este proceso, combinado con el efecto del viento, crea un escenario visualmente impactante pero distinto a olas congeladas instantáneamente, más bien evocando la imagen de mármoles dispuestos por la naturaleza.
El investigador también mencionó que fenómenos similares han afectado la región recientemente, como el avistamiento inusual de icebergs cerca de la isla de los Estados, más al norte de su ruta habitual, y problemas locales como el congelamiento de cañerías en Ushuaia, relacionados con estas condiciones climáticas extremas.
Este evento, más allá de su apariencia casi surrealista, ofrece un recordatorio de los caprichos naturales y la fragilidad de los ecosistemas costeros frente a cambios climáticos abruptos en el extremo sur del continente.
