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La refinería Dos Bocas, uno de los proyectos más ambiciosos del gobierno de López Obrador, arrancó en agosto con una producción de apenas 1,144 barriles diarios de gasolina, muy por debajo de los 340,000 barriles que se prometieron. Tras años de retrasos y un costo que ya supera los 16,800 millones de dólares, el resultado ha generado críticas. A pesar de los elogios del presidente, la producción limitada subraya la falta de planificación eficiente y ha puesto en duda la viabilidad del proyecto como solución energética para México.
Desde su inicio, la refinería ha estado marcada por sobrecostos y problemas técnicos, que han retrasado su pleno funcionamiento. La baja producción inicial alimenta las críticas sobre la gestión del presupuesto destinado a infraestructura energética. El proyecto, que se suponía ayudaría a reducir la dependencia de México en la importación de gasolina, ahora enfrenta cuestionamientos sobre su retorno real de inversión.
El futuro de Dos Bocas dependerá de si el próximo gobierno, bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum, logra poner en marcha la operación completa del complejo. Sin embargo, los costos adicionales y el tiempo de implementación han puesto en entredicho los beneficios económicos que AMLO prometió al impulsar la construcción de la refinería.
Además, el impacto ambiental del proyecto ha generado controversias, con grupos ecologistas y expertos que critican la decisión de seguir invirtiendo en infraestructura petrolera en un contexto global que se inclina cada vez más hacia energías limpias. Aunque el gobierno insiste en que la refinería es una necesidad estratégica para la soberanía energética, su viabilidad financiera y ambiental sigue siendo motivo de debate.
Claudia Sheinbaum, que asumirá la presidencia, enfrentará el reto de acelerar la producción de la refinería mientras equilibra las crecientes demandas por una transición energética.
