#GardiSugdub: la #Isla panameña que sus habitantes dejaron antes de que el #Mar se la tragara. 🌊

Delfino Davies barre el suelo de su pequeño museo, pero ya casi no hay nadie para visitarlo. “Es una isla casi abandonada. Quedó como muerta”, dice con nostalgia mientras el sonido de su escoba es lo único que rompe el silencio.

Hasta hace unos meses, Gardi Sugdub, una pequeña isla en el Caribe panameño, rebosaba de vida: niños jugando, música en las casas, discusiones entre vecinos. Pero en junio de 2024, unas 300 familias dejaron su hogar y se trasladaron a tierra firme, a la comunidad de Isberyala, convirtiéndose en la primera población de Panamá desplazada de manera planificada por el cambio climático.

🏝️ El fin de una era.

Por décadas, los gunas, el pueblo indígena que habitaba la isla, ampliaron su territorio ganándole espacio al mar con piedras, cáscaras de coco y tierra. Pero el hacinamiento y la creciente amenaza del agua hicieron inevitable la mudanza.

La evacuación tomó varios días. “Se fue mi papá, mi hermano, mis cuñadas, mis amigos… Los niños preguntaban ‘¿dónde está mi amiguito?’ y comenzaban a llorar”, recuerda Delfino, uno de los pocos que decidió quedarse.

Hoy, apenas una veintena de familias siguen en Gardi Sugdub. Las calles están vacías, muchas casas cerradas con candado. “Si se hunde la isla, yo me hundiré con ella”, dice Delfino, con la firmeza de quien no piensa irse.

🌊 La amenaza del mar.

Los gunas han vivido en estas islas durante siglos, pero la ciencia es clara: para el 2050, Gardi Sugdub podría ser inhabitable. De hecho, los expertos advierten que muchas de las 40 islas habitadas de Guna Yala podrían desaparecer antes de que termine el siglo.

Durante la temporada de lluvias, el agua entra a las casas y solo queda una opción: subirse a las hamacas y esperar a que baje. “Cada año veíamos que las mareas eran más altas. Como soy bajita, el agua me llegaba hasta los tobillos”, cuenta Magdalena Martínez, de 74 años, quien sí decidió mudarse a Isberyala.

🏠 Una nueva vida en Isberyala.

Isberyala es ahora el hogar de cientos de familias gunas. Son casas prefabricadas en tonos blanco y amarillo, con agua potable y electricidad las 24 horas… aunque los cortes de agua son frecuentes y algunos regresan a la isla para lavar ropa o cocinar.

“Aquí tengo mejor calidad de vida, pero es difícil dejar atrás todo”, dice Magdalena, quien ahora cultiva un jardín con plantas medicinales y sueña con cosechar yuca, tomate y mango.

Mientras tanto, la nueva comunidad sigue creciendo. Se construyó un moderno centro educativo y el gobierno planea ampliar la zona para acoger a más familias que aún resisten en Gardi Sugdub.

💃 Entre la nostalgia y la esperanza.

A pesar del cambio, las tradiciones gunas siguen vivas. En la escuela, niños y jóvenes ensayan danzas ancestrales, recordando su historia y reforzando su identidad.

Isberyala es una nueva oportunidad, pero muchos extrañan la isla. “Aquí la brisa no se siente igual”, confiesa Yanisela Vallarino, quien vuelve cada tanto a Gardi Sugdub en busca de un poco de su antiguo hogar.

El mar sigue subiendo, y el caso de los gunas podría ser solo el comienzo de un éxodo global. ¿Cuántas otras comunidades tendrán que enfrentar lo mismo en los próximos años? 🌎💭

Autor Itzel G. Bandala

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