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El gobierno federal incrementó en un 74% el estímulo fiscal para la gasolina Magna en un intento de amortiguar el impacto de los altos precios, que han alcanzado los 24 pesos por litro. Este aumento, que es el cuarto consecutivo, refleja la presión que enfrenta la administración para controlar los costos del combustible en un contexto de inflación persistente y volatilidad en los mercados globales.
A pesar del incremento en el estímulo, los precios de la gasolina siguen siendo un problema para los consumidores. El costo elevado se atribuye a factores como la cotización internacional del petróleo y las limitaciones en la producción interna, que no han logrado compensar la demanda creciente. Esta situación ha obligado al gobierno a intervenir de manera más agresiva para evitar un impacto más severo en la economía doméstica.
El estímulo fiscal busca reducir el precio que pagan los consumidores en las estaciones de servicio, pero el efecto ha sido limitado, ya que los precios han alcanzado niveles históricos. Este escenario pone en duda la eficacia a largo plazo de las políticas de subsidios y estímulos, especialmente cuando el costo fiscal de mantener estas medidas sigue aumentando.
La decisión del gobierno ha sido criticada por algunos sectores, que argumentan que estas intervenciones no atacan las causas estructurales del problema y solo ofrecen soluciones temporales. Sin embargo, para otros, el aumento del estímulo fiscal es necesario para evitar un golpe económico más severo en un momento de alta inflación y costos de vida crecientes.
En conclusión, aunque el gobierno ha incrementado significativamente el estímulo fiscal a la gasolina Magna, los precios continúan siendo un desafío para la economía mexicana, lo que sugiere que podrían ser necesarias nuevas medidas o ajustes en la política energética para estabilizar la situación a largo plazo.
