Morgan Segui nunca imaginó que un grupo de cabras le salvaría la vida tras caer de un acantilado y pasar cinco días luchando por sobrevivir en las selvas de Timor Oriental. Su historia, cargada de momentos críticos, alucinaciones y lecciones de vida, es digna de una película.
Una caída que parecía el fin.
Todo comenzó con un accidente devastador. Segui, un aventurero experimentado, sufrió una caída de 40 metros mientras intentaba descender del monte Manucoco, una montaña sagrada de 1,000 metros ubicada en la isla Ataúro, en Timor Oriental. En el impacto, quedó gravemente herido: su cuero cabelludo estaba parcialmente desprendido, sus dedos rotos y su brazo derecho inutilizado.
“Sentí un agujero en mi cabeza y pensé: ‘Voy a morir aquí’”, confesó Segui, quien permaneció tres días varado en la jungla, sin posibilidad de pedir ayuda.
El espíritu de un sobreviviente.
A pesar del dolor, Morgan recordó cómo los animales salvajes se recuperan de sus heridas y decidió imitarlos: reposo, ayuno y dejar que el “instinto mamífero” lo guiara. “En ese momento, dejé de tener miedo y me concentré en sobrevivir”, relató.
Durante esos días, combatió la desesperación imaginándose escribiendo un libro sobre su experiencia, incluso negociando con “los dioses” en su mente. Pero lo que más lo torturaba era el pensamiento de que sus hijos no sabrían qué ocurrió con él.
Un insólito rescate entre cabras.
En la tercera noche, mientras permanecía en el suelo de la selva, escuchó ruidos extraños. Se trataba de un grupo de cabras salvajes que, sin saberlo, se convertirían en sus salvadoras. Observándolas con detenimiento, descubrió que las cabras escalaban un risco cercano por un angosto camino en zigzag.
Inspirado, Segui reunió las pocas fuerzas que le quedaban y, con su brazo fracturado inmovilizado con su camiseta, comenzó a seguir el mismo trayecto. “Subí tan lento como un oso perezoso”, recordó. Tras un día entero, llegó a un cultivo de piñas, donde finalmente pudo alimentarse y recuperar algo de energía.
La salvación, en manos de un ángel llamado Moisés.
Al llegar a una casa cercana, Morgan fue recibido por un hombre llamado Moisés, quien, a pesar de estar organizando el funeral de su hija, lo abrazó, le dio refugio y comida. “Ese abrazo fue todo para mí, lloré como nunca antes. Había vuelto a la tribu humana”, narró Segui, profundamente agradecido.
El rescate fue un momento de transformación para Morgan. “Dejé de ser egoísta. Hoy valoro cada gota de agua y ayudo a los habitantes de Ataúro con proyectos de agua potable”.
Una historia para nunca olvidar.
Morgan Segui no solo sobrevivió gracias a su instinto y a las cabras; también salió de esta experiencia con una renovada perspectiva sobre la vida. En su libro “Cinco días en Timor”, relata cómo el accidente marcó un antes y un después en su existencia.
“De la jungla salí destrozado físicamente, pero espiritualmente renovado. Aprendí que la vida es un regalo que no se puede dar por sentado”.
🌟 Moraleja: hasta en los momentos más oscuros, la naturaleza puede darte las respuestas que necesitas. ¿Quién hubiera pensado que unas cabras y un árbol de piñas serían los héroes de esta historia? 🌿