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El huracán John, que impactó la región de la Costa Chica de Guerrero la noche del lunes 23 de septiembre de 2024, ha dejado a la comunidad de La Bocana sumida en la destrucción. Con vientos que alcanzaron hasta 260 kilómetros por hora, el fenómeno tocó tierra como categoría tres, arrasando con más de 80 casas y otras 80 enramadas en la playa, dejando a cientos de familias sin hogar y sin medios de subsistencia.
La comunidad de La Bocana, compuesta por aproximadamente 100 familias que dependen del turismo y la pesca, ha visto cómo todo su esfuerzo y patrimonio ha sido destruido en cuestión de horas. José Luis Hernández, uno de los damnificados, relató con impotencia cómo su restaurante y enramada, que había heredado de su padre, fueron reducidos a escombros. “Perdimos todo, el techo, la casa. Estuvimos cuidándonos de los golpes y protegiendo a los niños”, expresó, mientras describía la devastación total de su hogar y su negocio.
El caos y el pánico dominaron la noche, cuando los residentes enfrentaron el embate de un huracán que nunca esperaron. Felipa Hernández, otra de las afectadas, narró que en medio de la tormenta, el sonido ensordecedor de los vientos y la caída de postes eléctricos hizo que temieran lo peor. “Pensábamos que el mar se estaba saliendo. Fue horrible, la luz se fue y no podíamos salir. Perdimos todo, no tenemos ni dónde cocinar”, lamentó, mientras pedía ayuda para poder alimentarse y comenzar a reconstruir lo que el huracán se llevó.
A medida que las horas pasan, las familias afectadas intentan hacer frente a la pérdida de sus pertenencias. Sin apoyo inmediato, la situación se agrava para mujeres embarazadas, madres solteras y personas de la tercera edad que residen en la zona. Las escenas de devastación han expuesto una vez más la vulnerabilidad de las comunidades costeras ante fenómenos naturales, y la falta de preparación y apoyo gubernamental en situaciones de emergencia como esta.
El huracán John ha dejado una profunda huella en La Bocana, y mientras sus habitantes intentan recuperarse, la magnitud de la destrucción recuerda los desafíos que enfrentan las regiones más marginadas cuando la naturaleza golpea con fuerza.
