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En el México prehispánico, antes de la llegada de los españoles, el Centro del país estaba marcado por un entorno lacustre conformado por cinco lagos principales: Texcoco, Chalco, Xochimilco, Xaltocan y Zumpango. Estos cuerpos de agua, aunque fluctuantes e inestables en sus límites, constituían un ecosistema crucial. Sin embargo, a lo largo del tiempo, la presencia humana y la sobreexplotación de los recursos llevaron a la desaparición de estos lagos.
Último Vestigio del Antiguo Sistema Lacustre
La Laguna de Tecocomulco emerge como el último “superviviente” de este sistema lacustre ancestral que dominaba la Cuenca del Valle de México. Con una extensión estimada de más de 56 mil hectáreas, se entrelaza en los municipios hidalguenses de Singuilucan, Cuautepec, Apan, Almoloya, Tepeapulco, así como en Chignahuapan (Puebla) y una porción de Tlaxco (Tlaxcala).
Reconocimiento Internacional como Sitio Ramsar
Designada como sitio Ramsar desde 2003, la Laguna de Tecocomulco se suma a los esfuerzos internacionales por proteger los humedales. Este tratado, surgido en la Convención de Ramsar en 1971, busca conservar y gestionar de manera sostenible estos ecosistemas vitales para la biodiversidad.
Hogar de una Diversidad Biológica Sorprendente
Este humedal alberga una sorprendente biodiversidad, desde fitoplancton hasta aves migratorias. Se han registrado más de una decena de especies de aves migratorias y residentes, así como diversas especies de peces y anfibios, algunas de ellas endémicas de la región. Destacan especies como el acocil y la culebra acuática, además de peces como el charal y la carpa.
Refugio para Aves Migratorias
La Laguna de Tecocomulco sirve de parada para más de 40 especies de aves migratorias, incluyendo la garcita blanca y pelícanos, según datos de la Conabio. Estas aves, provenientes del norte de América, encuentran en este humedal un hábitat crucial para su descanso y alimentación durante sus largos viajes migratorios.
