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El programa “La Clínica Es Nuestra”, gestionado por IMSS-Bienestar, enfrenta serios cuestionamientos luego de que se revelara que no hay documentación que respalde cómo se gastaron 6 mil millones de pesos destinados a obras. A pesar de contar con una plataforma para transparentar el uso de los recursos, las autoridades no han podido justificar en qué se utilizaron los fondos. Este escándalo pone en duda la eficacia del manejo de los recursos en uno de los proyectos clave del gobierno actual.
La falta de rendición de cuentas por parte de IMSS-Bienestar ha generado críticas sobre la transparencia en la gestión de los programas de salud. Este problema se suma a los ya existentes sobre el estado de la infraestructura hospitalaria y la atención médica, lo que aumenta la presión sobre la administración federal.
Los recursos, que estaban destinados a mejorar el sistema de salud en clínicas rurales y en áreas marginadas, no han mostrado resultados visibles. La incapacidad de IMSS-Bienestar para proporcionar evidencia de en qué fueron invertidos estos recursos levanta preocupaciones sobre la posible mala administración y la poca vigilancia en proyectos de gran importancia social.
La ausencia de claridad en el uso de estos fondos subraya una vez más la necesidad de una mayor supervisión y transparencia en el manejo de los programas financiados con recursos públicos.
