#Inventores que Se Despidieron de Este Mundo por sus Propios #Inventos.

No todos los inventores tienen el mismo final. Algunos alcanzan la fama por sus creaciones, y sus nombres se asocian para siempre con lo que hicieron, como Samuel Morse con su código Morse o Louis Pasteur con su famoso proceso de pasteurización. Otros, como Ernő Rubik y su cubo, o Candido Jacuzzi y su invento que da nombre al jacuzzi, se ganaron un lugar en la historia.

Pero, hay historias más trágicas… Aquellas de inventores que no solo dejaron su huella, sino que también perdieron la vida por lo que crearon. Aquí te contamos de algunos de ellos.

Volando Alto y Cayendo Bajo. ✈️

Imagina estar tan cerca de lograr el sueño humano de volar como los pájaros… algo que ya en la mitología griega se imaginaba con Dédalo, quien escapó del laberinto de Creta con unas alas de plumas y cera, pero no todos tuvieron suerte al seguir sus pasos. En la vida real, la historia también está llena de caídas trágicas, y no hablamos de “volar cerca del Sol”, sino de caídas reales desde las alturas.

Uno de los casos más famosos fue el de Robert Cocking, un acuarelista británico que pasó a la historia por ser la primera víctima fatal del paracaidismo. En 1834, diseñó un paracaídas con la esperanza de mejorar el diseño de los de la época. Subió a bordo de un globo Royal Nassau y, al lanzarse, el paracaídas se rompió por completo. Cocking murió en el impacto porque no tuvo en cuenta el peso de su invento.

Franz Reichelt, un sastre francés, sufrió una suerte similar casi 80 años después. Quería crear un paracaídas integrado en un traje para pilotos, pero durante una prueba en 1912, decidió lanzarse él mismo desde la Torre Eiffel. El paracaídas nunca se abrió y Reichelt murió frente a una multitud.

El Faro que se Llevó a su Creador.

El pintor e inventor Henry Winstanley era conocido por sus maravillosos y extravagantes artilugios hidráulicos. A fines del siglo XVII, decidió construir un faro en las rocas de Eddystone, una zona famosa por sus naufragios. En 1703, durante una tormenta brutal con vientos de hasta 190 km/h, Winstanley pasó la noche en su propio faro para comprobar su resistencia. Desafortunadamente, nunca más se supo de él ni del faro. La tormenta lo destruyó todo, pero su invención logró salvar miles de vidas durante los cinco años que estuvo en funcionamiento.

Muerte Eléctrica.

En el siglo XVIII, la electricidad comenzaba a ser un campo de interés para muchos científicos, y el físico Georg Wilhelm Richmann se unió al grupo de pioneros que querían entender mejor este fenómeno. En 1753, quiso probar que el rayo era un fenómeno eléctrico y, al conectar su electrómetro a una barra de hierro, una bola de relámpago saltó hacia su rostro, matándolo al instante. Richmann fue el primer científico en morir por investigar electricidad.

La Fatal Prensa de William Bullock.

En el siglo XIX, la industria de la impresión dio un gran salto gracias a la invención de la prensa rotativa por William Bullock, quien resolvió varios problemas técnicos y permitió la impresión a gran escala. Pero, en 1867, mientras hacía ajustes a una de sus prensas, una correa de transmisión se soltó, y al intentar arreglarla, Bullock pateó la máquina… su pierna quedó atrapada en el mecanismo. Desarrolló gangrena y murió durante una operación para amputarle la pierna. Hoy en día, se le reconoce como el padre de la prensa moderna.

Como ves, no todos los inventores corren con la misma suerte, pero su legado permanece vivo. Estos dejaron su huella, a veces de una manera trágica, pero aún hoy sus creaciones siguen influyendo en nuestra vida diaria.

Autor Itzel G. Bandala

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