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En un hecho sin precedentes, un ataque aéreo israelí impactó un anexo de la embajada de Irán en Siria, resultando en la muerte de al menos 11 personas, incluidos siete miembros destacados de los Guardianes de la Revolución. Este incidente ha desencadenado una fuerte reacción por parte de Teherán, que promete una respuesta decisiva, y ha solicitado al Consejo de Seguridad de la ONU que condene la ofensiva.
El bombardeo destruyó completamente el edificio y causó numerosas víctimas entre quienes se encontraban en el lugar, según informó el ministerio de Defensa sirio. Las autoridades locales trabajan arduamente en las labores de rescate y recuperación de cuerpos entre los escombros, mientras que solo la puerta del edificio permanece en pie como un sombrío recordatorio de lo sucedido.
El embajador iraní en Siria, Hossein Akbari, aseguró que el ataque fue llevado a cabo con aviones de combate F-35 y misiles, detallando la brutalidad del incidente. Irán ha urgido al Consejo de Seguridad de la ONU a convocar una reunión de emergencia para abordar este “atroz ataque terrorista”, denunciando la violación de leyes internacionales y el principio de inmunidad diplomática.
El canciller iraní, Hossein Amir Abdollahian, acusó al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de perder la cordura y desencadenar acciones desesperadas tras los fracasos recientes en Gaza. Mientras tanto, el gobierno de Rusia ha condenado el ataque calificándolo de inaceptable, y el movimiento Hezbollah ha prometido que el “enemigo” será castigado y recibirá venganza por sus acciones.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos ha destacado que este ataque se produce en un contexto tenso, apenas tres días después de otros ataques israelíes en Siria que dejaron un saldo de 53 personas fallecidas. La región se encuentra sumida en una escalada de violencia que amenaza con desestabilizar aún más la situación en Oriente Medio.
