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La crisis alimentaria en Gaza sigue cobrando vidas. Esta vez, cuatro personas fallecieron en medio de un caótico asalto a un almacén de víveres, en la zona central de Deir Al-Balah, cuando una multitud desesperada por alimento arrasó el lugar buscando algo que llevarse a la boca, según confirmó el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Testigos cuentan que la escena fue dantesca: gritos, empujones, y hasta pedazos del edificio arrancados con las manos para poder entrar al almacén Al-Ghafari. En los videos se ve cómo miles de personas se abalanzaron sobre sacos de harina y cajas con comida, mientras se escuchaban disparos de fondo.
La ONU no tardó en reaccionar. La enviada especial para Medio Oriente, Sigrid Kaag, comparó la ayuda que ha comenzado a entrar como “un bote salvavidas después del naufragio”. Aunque Israel permitió hace unos días el ingreso limitado de víveres, los organismos de ayuda aseguran que eso no es suficiente.
“Gaza necesita con urgencia más alimentos. Es la única forma de evitar que la gente muera de hambre”, recalcó el PMA en un comunicado.
Estas nuevas muertes ocurrieron justo después de que otro incidente dejara un muerto y 48 heridos en un punto de distribución operado por la controvertida Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), una iniciativa respaldada por Estados Unidos e Israel.
Mientras el ejército israelí sostiene que sólo realizaron disparos de advertencia, un funcionario de alto nivel de la ONU afirmó que la mayoría de las heridas fueron causadas por balas disparadas por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), quienes estaban a cargo de la seguridad del lugar.
La situación se agrava con las acusaciones cruzadas. Israel y EE.UU. alegan que Hamás roba la ayuda humanitaria, aunque Jonathan Whittall, jefe de la oficina humanitaria de la ONU para los territorios palestinos, desmintió esa versión. Asegura que son bandas delictivas, toleradas por el ejército israelí, quienes se han apropiado de los suministros cerca del punto de cruce Kerem Shalom.
Además, las Naciones Unidas han criticado duramente el nuevo modelo de distribución de la GHF, señalando que excluye a la ONU, no cumple con los principios básicos de neutralidad e imparcialidad, y pone en riesgo la vida de las personas.
“Distribuir comida no es solo repartir cajas. Se trata de hacerlo con dignidad y seguridad”, expresó Ajith Sunghay, funcionario de derechos humanos de la ONU, quien también advirtió que el actual sistema “expone a la población a la muerte”.
En medio del caos, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, defendió este sistema conjunto con EE.UU., asegurando que diseñaron “sitios controlados” para evitar que Hamás robe los suministros. Sin embargo, la ONU insiste en que esto es una ‘escasez diseñada’ que solo funciona en el sur de Gaza, mientras millones siguen atrapados al norte, sin acceso a nada.
El 2 de marzo, Israel impuso un bloqueo total a Gaza, impidiendo el ingreso de ayuda humanitaria y productos comerciales. Dos semanas más tarde, reactivó su ofensiva militar tras un breve alto al fuego, exigiendo la liberación de 58 rehenes retenidos por Hamás, de los cuales solo 23 se cree que siguen vivos.
Desde el inicio de la guerra, tras el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, donde murieron unas 1,200 personas y otras 251 fueron secuestradas, el número de víctimas no ha parado de crecer. Más de 54,000 personas han muerto en Gaza, incluyendo casi 4,000 desde que se reanudó la ofensiva, según datos del Ministerio de Salud local.
La desesperación en Gaza no da tregua, y aunque llegan algunas ayudas, no son suficientes para frenar la tragedia humanitaria. La comunidad internacional sigue dividida, mientras en el terreno, cada bolsa de harina puede costar la vida.
