En la víspera del Ramadán, el ejército israelí lanzó nuevos ataques sobre la franja de Gaza, dejando tras de sí un panorama desolador con decenas de muertos. Mientras tanto, la comunidad internacional se moviliza para enviar ayuda humanitaria a una población al borde de la hambruna.
Los bombardeos israelíes han destruido más de mil mezquitas desde el inicio del conflicto el pasado 7 de octubre, obligando a los palestinos a realizar sus ritos en espacios improvisados entre las ruinas.
La devastación se extiende también a las infraestructuras, con cerca de un millón de metros cuadrados de carreteras arrasadas y alrededor de 70 mil toneladas de basura acumuladas en las calles de Gaza, según denuncias de las autoridades locales.
A la situación de emergencia se suma la escasez de alimentos y agua, con reservas subterráneas en peligro y una alarmante proporción per cápita de agua en la región. La desnutrición y la falta de agua ya han cobrado la vida de varios ciudadanos, incluyendo jóvenes y ancianos.
Mientras tanto, la comunidad internacional se esfuerza por enviar ayuda. Un primer barco cargado con 200 toneladas de apoyo alimentario espera zarpar desde Chipre, mientras que diversas organizaciones trabajan en la recolección de recursos para asistir a la población afectada.
En medio de estas tragedias, persisten los esfuerzos por alcanzar un alto el fuego entre Israel y Hamas. Sin embargo, ambas partes se acusan mutuamente de obstaculizar las negociaciones para una tregua, mientras la violencia y el sufrimiento continúan en Gaza.