La raíz colonial de la #Pobreza y #Desigualdad en #Latinoamérica: #JamesA.Robinson, Nobel de #Economía.

“Estoy un poco en shock, honestamente, no lo veía venir”, comentó James A. Robinson, quien fue galardonado con el Premio Nobel de Economía junto a Daron Acemoglu y Simon Johnson este lunes. El reconocimiento fue otorgado por sus estudios sobre las diferencias en la prosperidad de las naciones y el análisis de la desigualdad.

Robinson, profesor de Estudios de Conflictos Globales y director del Instituto Pearson en la Universidad de Chicago, se ha destacado por sus investigaciones sobre la relación entre poder político, instituciones y prosperidad, especialmente en África Subsahariana y América Latina.

Durante casi 30 años, Robinson ha investigado las causas profundas de la desigualdad. Según sus investigaciones, la diferencia entre países ricos y pobres está profundamente arraigada en las instituciones y el poder político que controlan las reglas del juego en las distintas sociedades. Aunque algunos países han mejorado, como China, otros continúan estancados, especialmente África y América Latina.

Robinson ha trabajado en Latinoamérica, impartiendo clases en la Universidad de los Andes en Bogotá y realizando trabajo de campo en países como Colombia, Bolivia y Haití. Según él, la región sigue luchando contra los efectos del colonialismo y la explotación indígena, problemas que persisten hasta hoy en día. En sus palabras, “la pobreza y desigualdad en América Latina están profundamente vinculadas al colonialismo y la esclavitud.”

Robinson ha colaborado con Acemoglu en obras clave como “Por qué fracasan las naciones” y “El corredor angosto“, donde abordan cómo las instituciones juegan un rol crucial en la prosperidad o el fracaso de las sociedades. Aunque algunos países como Chile y Costa Rica han avanzado en términos de inclusión social, otros como Venezuela, Argentina y Nicaragua han seguido un camino más complicado.

Cuando se le preguntó sobre la democracia en la región, Robinson reconoció que sigue siendo un sistema relativamente joven. Señaló que muchas promesas hechas sobre los beneficios de la democracia no se han cumplido, lo que ha generado desilusión y la búsqueda de soluciones alternativas, como en el caso de El Salvador con Nayib Bukele o México con Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, también destacó que se están viendo señales de esperanza, como la reciente elección de Gustavo Petro en Colombia, que marca un avance democrático significativo, aunque con muchos retos por delante.

Finalmente, Robinson subraya que la clave para un futuro más próspero y equitativo radica en la construcción de instituciones más inclusivas, tanto a nivel político como económico. La desigualdad, afirma, es el mayor desafío global y representa una amenaza no solo para la prosperidad, sino para la democracia misma.

“Es difícil tener una sociedad verdaderamente democrática cuando existen niveles tan elevados de desigualdad”, concluyó el Nobel.

Autor Itzel G. Bandala

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *