Las Tres “S” del SNTE: Un Juego de Poderes en Silencio

En el ámbito del SNTE Sección XV, se ha observado una extraña pero notable coincidencia que afecta a los trabajadores de la educación. Tres figuras clave, todas con nombres que comienzan con la letra “S”, han surgido como líderes sindicales: Said Vargas, Sinuhé Oviedo y Sergio Hernández. La pregunta que muchos se hacen es si esta situación es una simple casualidad o una señal de algo más profundo y problemático.

Desde el principio, Said Vargas Sáenz ha cometido un error crucial al ignorar un principio básico de la política. Michel Foucault lo expresó claramente: “El poder no se adquiere, ni se comparte, sino que se ejerce”. A pesar de haber ganado el liderazgo sindical a través de un voto directo y secreto, Vargas Sáenz compartió su poder con Sinuhé Oviedo y Sergio Hernández. Esta decisión ha tenido consecuencias negativas para él, ya que los exdirigentes sindicales lo han manipulado, dejándolo en una posición comprometida.

Uno de los asesores de Vargas Sáenz, experto en mercadotecnia y ventas de bienes raíces, fue recomendado por Sinuhé Oviedo, no para apoyarlo, sino para vigilar cada uno de sus movimientos. Este asesor ha impedido que personas clave se unan al equipo, priorizando sus propios intereses y dificultando el acceso al líder sindical.

A Said Vargas le hicieron creer que sin el apoyo de Oviedo y Hernández, no habría alcanzado la dirigencia que ahora ocupa. Aunque esto pudo haber sido cierto, el verdadero beneficio para Oviedo y Hernández fue desbancar al candidato oficialista respaldado por el entonces dirigente sindical Luis Enrique Morales. El triunfo de Vargas representó una victoria para estos dos líderes.

Hoy, las divisiones internas son más que evidentes. Said Vargas se encuentra en una encrucijada y necesita recuperar el control del poder que ganó en una elección abierta. Si no actúa pronto, las tres “S” del SNTE podrían ser recordadas no por su nombre, sino por su olor, transformándose de “S” a “heces” en la percepción de la base trabajadora. El tiempo para un cambio es ahora, antes de que la situación se torne aún más desagradable.