Liverpool se ha posicionado como uno de los distribuidores más importantes de la marca china BYD en México, con un promedio de 14 vehículos vendidos diariamente, una cifra que compite con el volumen de ventas que Volvo registra en el país a través de todas sus agencias. Solo en el último trimestre, Liverpool vendió 1,300 unidades de BYD, sumando un total de 3,200 vehículos desde que comenzó su operación como distribuidor de la marca.
La cadena de tiendas departamentales ha sorprendido en redes sociales con una campaña publicitaria agresiva, en la cual destaca una oferta poco común: al adquirir una camioneta eléctrica Tang, de alrededor de 1.4 millones de pesos, los clientes reciben un Dolphin Mini, con un valor aproximado de 358 mil pesos. Este tipo de estrategia disruptiva ha permitido a BYD hacerse un lugar en el mercado automotriz mexicano, a pesar de ser una marca prácticamente desconocida en el país hace una década.
BYD, respaldada por la inversión de Warren Buffet, quien en 2008 adquirió un 10% de la compañía a través de Berkshire Hathaway, ha superado en ventas incluso a Tesla, con modelos que llevan nombres de dinastías chinas históricas, como Tang. El éxito en México se ha reflejado también en la expansión de Liverpool, que abrió en agosto su primer concesionario de servicio completo en Galerías Santa Anita, Guadalajara, mostrando un optimismo renovado luego de un inicio en 2023 con apenas 350 unidades vendidas.
Este avance de BYD en México y otros países enfrenta desafíos en mercados como Europa y Estados Unidos. Desde esta semana, la Unión Europea ha impuesto nuevos aranceles a los vehículos eléctricos chinos, que van del 8% hasta más del 35%, según el fabricante. Para BYD, los aranceles alcanzan el 17%, mientras que otros como Geely enfrentan un 18.8% y SAIC un 35.3%. Estas barreras se suman a las impuestas por Estados Unidos, donde el presidente Joe Biden ha aplicado un arancel del 100% a los autos eléctricos fabricados en China, buscando proteger a los fabricantes locales.
Ante estos obstáculos, BYD ha anunciado planes para trasladar parte de su producción a Europa y podría hacer algo similar en Norteamérica si las políticas arancelarias se intensifican, especialmente ante la posibilidad de que Donald Trump regrese al poder y endurezca las barreras para vehículos que no se fabriquen en Estados Unidos.