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En un nuevo paso hacia el futuro de la exploración espacial, la NASA ha contratado a SpaceX, la empresa de Elon Musk, para llevar a cabo la retirada controlada de la Estación Espacial Internacional (EEI). Según los planes de la agencia espacial, esta operación crucial se llevará a cabo a principios de la próxima década.
El contrato firmado tiene un valor de 843 millones de dólares, destinados a desarrollar un vehículo espacial diseñado específicamente para desorbitar de manera segura la EEI al final de su vida útil. Este vehículo deberá garantizar que no se presenten riesgos para áreas habitadas durante el proceso de desorbitación, una prioridad destacada por la NASA en su comunicado oficial.
A pesar de que SpaceX será responsable del diseño y la fabricación del vehículo, será la NASA quien tenga la responsabilidad exclusiva de operarlo y llevar a cabo la misión de desorbitación. Este movimiento marca un hito significativo en la colaboración entre la agencia espacial y el sector privado para el manejo seguro de infraestructuras espaciales complejas.
La EEI, lanzada en 1998, ha servido como un laboratorio de investigación en microgravedad durante más de dos décadas, ubicado a 400 kilómetros de la Tierra. Ha sido fundamental para estudios en campos como astrobiología, astronomía, meteorología, física y medicina.
Además, la NASA ha anunciado el lanzamiento de una nueva aplicación móvil que permitirá a los usuarios localizar la posición actual de la Estación Espacial Internacional, facilitando así el seguimiento de su actividad científica y operativa desde cualquier parte del mundo.
Phil McAlister, director de espacio comercial de la NASA, destacó la capacidad del sector privado para desarrollar destinos comerciales en órbita terrestre baja, subrayando la intención de compartir lecciones aprendidas y experiencia operativa para apoyar el desarrollo de futuras iniciativas espaciales seguras y rentables.
En términos de financiamiento, las agencias espaciales de Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y Canadá han comprometido fondos para mantener operaciones hasta 2030, mientras que Rusia planea participar en el proyecto hasta 2028.
