La situación en Haití está al límite, y no es exageración. La violencia, el caos y la crisis humanitaria han llegado a un punto en el que ni siquiera los que intentan salvar vidas están seguros. Uno de los ejemplos más crudos lo vivió Médicos Sin Fronteras (MSF), cuando sacaron a dos pacientes de una ambulancia y los ejecutaron en plena calle. Así de brutal.

Desde que asesinaron al presidente Jovenel Moïse en 2021, el país no levanta cabeza. Puerto Príncipe, la capital, parece una zona de guerra: las pandillas se adueñaron de barrios enteros, los hospitales cierran, la gente huye, y los servicios públicos simplemente dejaron de existir.
Aun con todo ese panorama, MSF no ha dejado el país. Ya llevan más de 30 años en Haití, y solo en 2024 realizaron más de 72 mil consultas médicas, casi 5 mil atenciones a víctimas de violencia sexual y cerca de 7 mil 500 cirugías. Un esfuerzo titánico que no ha sido suficiente para cubrir las necesidades de la población.
Diana Manilla, quien lidera la misión de MSF en Haití, confesó en una entrevista que están al borde de tener que irse, porque la situación se ha vuelto prácticamente insostenible. El personal ha sido víctima de amenazas, tiroteos, y hasta gas lacrimógeno dentro de ambulancias. 😔

“Tenemos una enfermera que pasa las noches escuchando balazos y no puede llevar a sus hijos a la escuela”, contó Manilla. El mayor riesgo lo corre el equipo haitiano, más de 800 personas que viven en medio del fuego cruzado. El resto del personal internacional no pasa de 60.
En el barrio de Cité Soleil, uno de los más complicados, mantienen el único hospital operativo, donde atienden a unas 2,500 personas al mes. Y no solo eso: también tienen clínicas móviles que entran a zonas dominadas por pandillas o campamentos de desplazados. Solo en 2023 brindaron atención a más de 26 mil personas, la mayoría mujeres, muchas de ellas víctimas de abusos sexuales múltiples y brutales.
Uno de los episodios más escalofriantes ocurrió en noviembre de 2023, cuando la policía detuvo una ambulancia, lanzó gas lacrimógeno dentro y sacó a tres pacientes: a dos los ejecutaron en el estacionamiento de un hospital. Sí, la policía, con uniforme y todo. Eso llevó a MSF a suspender operaciones por semanas.
Y no fue el único ataque. El 15 de marzo de 2024, en plena evacuación de pacientes, uno de sus vehículos recibió 15 disparos, porque alguien creyó que estaban trasladando a miembros de pandillas. MSF ha dejado claro que ellos no preguntan quién es el paciente ni qué hizo; simplemente atienden a quien necesita ayuda.

Debido a esto, dos de sus hospitales en la capital están cerrados por seguridad: uno de traumatología y otro de urgencias. Y ahora, se están replanteando seriamente si es viable seguir en estas condiciones.
Aunque su financiación no depende de gobiernos, MSF también ha sentido el golpe de los recortes estadounidenses, especialmente en lo relacionado con anticonceptivos. En Haití, muchas mujeres los usan no para planear embarazos, sino como protección frente a violaciones.
Manilla fue clara con su mensaje: “La crisis en Haití está completamente olvidada. Y aunque nosotros seguimos aquí, la comunidad internacional debe hacer mucho más. No se trata solo de Estados Unidos, sino de todos los que pueden poner un granito de ayuda”.
Hoy, el 60% de los centros de salud de Puerto Príncipe están fuera de servicio, la epidemia de cólera amenaza con expandirse y las mujeres y niñas son las más afectadas por un sistema que colapsó.