El flujo de migrantes que cruzan la peligrosa selva del Darién, esa extensa frontera natural entre Colombia y Panamá, registró una caída impresionante en 2024. En total, 302,203 personas se aventuraron a atravesar esta inhóspita región, una cifra que representa un descenso del 42% comparado con los récords históricos de 520,085 en 2023, según datos del Servicio Nacional de Migración (SNM) de Panamá.
Medidas para contener el flujo.
Detrás de esta significativa reducción está el esfuerzo del gobierno panameño, liderado por el presidente José Raúl Mulino, quien asumió el cargo en julio con una promesa firme: “cerrar el paso” a los migrantes irregulares por el Darién. Aunque admiten que el cierre total es más una meta simbólica, han implementado una serie de medidas que están marcando la diferencia.
Entre estas estrategias destaca la instalación de alambradas de alambre de púa en rutas frecuentadas por los migrantes. Estas cercas, de hasta tres metros de altura, bloquean cinco pasos clave, canalizando el flujo hacia zonas vigiladas por las autoridades, donde se realizan controles biométricos para identificar a quienes cruzan. “Establecimos una ruta que, más que segura, es menos peligrosa. Allí se mantiene un patrullaje constante”, declaró Roger Mojica, director del SNM.
Vigilancia en selva y mar.
El refuerzo de la seguridad no se queda solo en la selva. Desde julio, el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) ha intensificado los patrullajes terrestres y marítimos. Ahora, más de siete embarcaciones patrullan las costas caribeñas y del Pacífico para impedir que migrantes lleguen a Panamá por vía marítima. Estos esfuerzos también incluyen la detección y entrega a Colombia de traficantes de personas.
La coordinación internacional también juega un papel crucial. Panamá firmó un acuerdo con Estados Unidos comprometiéndose a financiar vuelos de repatriación por más de 6 millones de dólares, una medida que ha permitido el retorno de 1,744 migrantes irregulares desde julio. Sin embargo, esta cifra apenas representa el 0.6% del total de personas que cruzaron en 2024.
La otra cara de la moneda.
No todo es positivo. Organizaciones como la Cruz Roja han advertido que estas medidas podrían empujar a los migrantes hacia rutas más peligrosas, exponiéndolos a mayores riesgos. Además, el uso de tecnologías biométricas genera preocupaciones sobre el manejo ético de los datos personales.
A pesar de estas críticas, las autoridades panameñas defienden su enfoque. Jorge Gobea, director del Senafront, asegura que los esfuerzos han logrado reducir los delitos contra los migrantes, incluyendo homicidios, robos y agresiones sexuales, atribuidos a grupos criminales como el Clan del Golfo.
El panorama para 2025.
En diciembre de 2024, solo 4,558 personas cruzaron el Darién, un impresionante 80% menos que en el mismo mes de 2023. Aunque el presidente Mulino reconoce que un cierre total del Darién es inviable, el gobierno continuará reforzando el patrullaje y busca apoyo adicional de Estados Unidos para extender el programa de repatriaciones.
“Ojalá el tránsito llegara a cero, pero mucho dependerá de factores externos”, concluyó Mojica. Por ahora, Panamá celebra los avances, mientras el desafío de gestionar el flujo migratorio sigue siendo una de las prioridades más apremiantes para el país.