La reciente decisión de Morena y Movimiento Ciudadano de invertir un millón 531 mil 200 pesos en una pista de hielo ha desatado fuertes críticas entre los regidores de oposición. La controversia gira en torno a la priorización del gasto en entretenimiento, cuando hay problemas mucho más urgentes, como la plaga de moscos culex que está afectando la salud pública en las comunidades cercanas a la presa Endhó.
Durante la sexta sesión extraordinaria, varios regidores cuestionaron si realmente era necesario destinar tantos recursos a una pista de hielo, mientras las necesidades básicas en algunas zonas no están siendo atendidas.
Eduardo Durán Laguna fue uno de los primeros en alzar la voz. Dijo que, aunque es cierto que el gobierno debe ofrecer opciones de esparcimiento, él ha visitado varias comunidades ribereñas de la presa, y mencionó que, a partir de las 5 de la tarde, es imposible estar en los patios de las casas debido a la plaga de moscos. “Lo que realmente necesitamos es que se priorice la salud“, afirmó Durán.
Por su parte, Karina Chiapa Mendoza coincidió en que las familias merecen tener opciones para divertirse, pero también deben atenderse los problemas básicos. Recordó que en un evento reciente, los delegados de varias comunidades, incluyendo algunas del occidente del municipio, les pidieron que se solucionaran necesidades esenciales como el acceso a agua, drenaje y calles. “Se sienten ignorados”, expresó Karina.
Las críticas también llegaron de parte de Ivonne Ponce Sobrevilla y Edgar Suriel Reséndiz, quienes argumentaron que el dinero del erario debe usarse de manera más responsable. De hecho, Edgar Reséndiz, quien se abstuvo de votar, recordó que también hay niños en las comunidades ribereñas que merecen más atención que una pista de hielo.
Y no es para menos: los vecinos de la presa Endhó han denunciado en los últimos meses que el lirío acuático que cubre el embalse ha propiciado una reproducción descontrolada del mosco culex, causando enfermedades y hasta la muerte de animales de traspatio.
Al final, la pregunta sigue en el aire: ¿es el momento de invertir en entretenimiento o de atender las urgentes necesidades de salud pública?