La reciente propuesta para reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas en México, impulsada por el gobierno de Claudia Sheinbaum, ha generado un amplio debate sobre sus beneficios y limitaciones. Si bien muchos trabajadores podrán disfrutar de una semana laboral más corta, varios grupos no se verán favorecidos por esta reforma, lo que ha provocado preocupación en ciertos sectores.
Uno de los principales afectados son los empleados que ya trabajan jornadas de menos de 8 horas diarias. Estos trabajadores, como aquellos en empleos de medio tiempo o con horarios reducidos, no notarán ningún cambio en sus condiciones laborales, ya que la reforma está dirigida a quienes cumplen jornadas más largas. De igual manera, quienes laboran menos de seis días a la semana, como en trabajos de cinco días, también quedarán fuera del alcance de los beneficios propuestos.
La reforma incluye la introducción de un segundo día de descanso por semana y ajustes en el pago de horas extras. Actualmente, las horas adicionales se remuneran a partir de la 49ª hora semanal, pero con la reforma, este pago empezaría desde la 41ª hora, lo que sería un cambio significativo para aquellos que trabajan tiempo extra.
Sin embargo, la reforma plantea desafíos importantes para las pequeñas y medianas empresas (PyMEs), que representan la mayor parte del tejido empresarial en México. Los costos adicionales de nómina y las adaptaciones que deberán realizar para cumplir con los nuevos requisitos podrían generar un aumento en la informalidad laboral y comprometer su viabilidad financiera. Estas empresas ya enfrentan otros aumentos, como el salario mínimo y las contribuciones de seguridad social, lo que agrava su situación económica.
Aunque el debate sigue abierto, es evidente que la implementación de esta reforma no será uniforme para todos los trabajadores, y que algunos sectores quedarán excluidos de los beneficios, mientras que otros deberán afrontar serios retos para adaptarse a la nueva legislación.