¿Regular o no los #Narcocorridos? #GerardoUrbán dice que ya es hora de entrarle al tema. 🎤

La polémica está servida tras lo ocurrido en el palenque de Texcoco, donde Luis R. Conriquez fue abucheado por no cantar sus narcocorridos. La escena fue tan intensa que incluso hubo destrucción de equipo. Y esto no fue cualquier berrinche: reabrió el debate sobre si estos géneros deberían prohibirse o al menos tener algún tipo de regulación.

Uno que no se quedó callado fue Gerardo Urbán y Fernández, director de la Orquesta Filarmónica de Toluca. Aunque no trajo una propuesta con puntos y comas, sí lanzó un mensaje clarito: ya basta de normalizar este tipo de música, hay que discutirlo seriamente.

🧠 Para Urbán, no se trata de censurar, sino de ordenar el asunto. Dice que así como hay restricciones para el alcohol, el tabaco, o se advierte sobre alimentos procesados, también se debería etiquetar el contenido musical. “No se puede poner lo que sea en la radio o en plataformas como Spotify sin una advertencia”, opinó.

Además, mencionó que esta música exalta el estilo de vida del narco, lo que considera un riesgo real. Y no es para menos: “El narco está dando una batalla cultural y nosotros como sociedad estamos viendo para otro lado”, soltó.

🎬 El tema volvió a la mesa no solo por lo de Texcoco, sino también por un concierto en Guadalajara donde, durante la presentación de Los Alegres del Barranco, se proyectaron imágenes del mismísimo José Luis Oseguera, alias ‘El Mencho’, líder del CJNG. Un gesto que puso los pelos de punta a más de uno.

Urbán hizo una comparación interesante: mientras que “El Corrido del Caballo Blanco” cuenta una historia de amistad y camino recorrido, los narcocorridos glorifican la violencia, el poder y la ilegalidad. “Eso ya no es contar una historia… es hacerle un monumento al crimen”, comentó.

También se lanzó contra la calidad artística del género: “Son canciones mal hechas, sin sentido, con letras vacías. No se puede decir que Natanael Cano o Peso Pluma sean grandes intérpretes… hay una decadencia total tanto en lo que dicen como en cómo lo dicen”.

Desde su punto de vista, la popularidad del género viene del deseo de los jóvenes de romper con lo establecido. Hoy, ser rebelde es cantar sobre violencia, vestirse como narco y actuar como si no hubiera consecuencias. Y claro, lo prohibido siempre jala, por eso insiste en que hay que abrir el debate en todos lados, no solo en los congresos.

Finalmente, Urbán dejó sobre la mesa una reflexión: “¿Qué pasa cuando un artista dice ‘no puedo cantar esto’ y el público responde con agresión? Eso habla de una normalización brutal de la violencia”. 💥

Autor Itzel G. Bandala

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