Rusia llevó a cabo un ataque aéreo brutal contra Ucrania, lanzando casi 70 misiles (entre balísticos y de crucero) y desplegando alrededor de 200 drones, según el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Este ataque se produjo justo después de que EE.UU. decidiera suspender la ayuda militar a Ucrania. Zelensky, como siempre, no se quedó callado y repitió su llamado a un alto el fuego parcial de un mes como primer paso hacia una paz duradera.

La ofensiva de Rusia fue dirigida principalmente a la infraestructura energética de Ucrania, afectando regiones como Odesa, al sur; Chernihiv, al norte; Poltava, al este y Ternopil, al oeste. Zelensky destacó en su cuenta de X que el objetivo era claro: “destruir lo que garantiza una vida normal” en el país.
Después del masivo ataque nocturno, Zelensky reafirmó su postura de buscar un alto el fuego de un mes, un plan que Emmanuel Macron había propuesto en su momento. Durante la cumbre europea de defensa en Bruselas, varios aliados de Ucrania discutieron la viabilidad de este plan.
“Es hora de que Rusia detenga estos ataques”, dijo Zelensky, quien también sugirió medidas como “silencio en los cielos” y “garantías reales de navegación normal” en el mar. Aseguró que Ucrania está “dispuesta a seguir el camino de la paz”, un punto que reiteró durante su reciente conversación con la administración Trump, tras recibir fuertes críticas en la Casa Blanca.

Pese a las tensiones con EE.UU., Ucrania ha intentado mejorar las relaciones, con conversaciones previstas la próxima semana en Arabia Saudita. Sin embargo, las sanciones y el recorte de ayuda por parte de EE.UU. podrían tener un efecto devastador en las capacidades militares de Ucrania, dejando a millones de civiles expuestos a los ataques rusos.
El ataque incluyó 43 misiles de crucero y 194 drones, según la Fuerza Aérea Ucraniana, que logró interceptar más de 130 proyectiles, pero no pudo frenar los misiles balísticos. Estos misiles, que viajan a más de 5 veces la velocidad del sonido, son prácticamente imposibles de detener sin los sistemas avanzados como el Patriot, que ya escasean debido a la falta de apoyo militar de EE.UU..
A pesar de los esfuerzos de Ucrania, los misiles balísticos de Rusia siguen representando una amenaza. Los aviones de combate F-16 y los Mirage franceses fueron utilizados para interceptar los misiles, con cierto éxito, pero la situación sigue siendo complicada.
Mientras tanto, en Kursk, Ucrania enfrenta una creciente presión, con los refuerzos norcoreanos de Rusia incrementando la ofensiva en la región. Ucrania había intentado tomar el control de Kursk en un intento por distraer a las fuerzas rusas, pero la situación ahora es crítica. Los avances de Rusia están poniendo en riesgo territorio clave, y algunos analistas militares sugieren que la incursión de Ucrania en Kursk ya no tiene valor estratégico.

El Instituto para el Estudio de la Guerra estima que Ucrania tiene alrededor de 30,000 soldados en la zona, mientras que Rusia ha desplegado a más de 78,000, incluidos los norcoreanos. Los enfrentamientos continúan intensificándose y la tensión política es palpable, sobre todo tras la decisión de EE.UU. de interrumpir el intercambio de inteligencia con Ucrania, lo que podría estar facilitando el avance ruso.
Algunos analistas incluso sugieren que la incursión de Ucrania en Kursk ya no tiene valor y podría ser momento de “cerrar la tienda” en esa zona. La situación, definitivamente, está más difícil que nunca.