Desde una colina en Caracas, cuatro turistas rusos disfrutan de las impresionantes vistas de Petare, el barrio más grande de Venezuela, conocido tanto por su densidad como por su evolución histórica. Lo que alguna vez fue sinónimo de peligro, hoy es un punto de interés turístico cargado de color, cultura y calor humano.
“Esto no se parece a nada que tengamos en Rusia,” comenta Elena Kopeikina, una turista de Vólogda, mientras desciende por las empinadas escaleras de este singular vecindario. “Las casas, tan coloridas y apiladas, las calles estrechas… es simplemente increíble”.
Elena y su esposo, quienes apenas dos semanas antes decidieron embarcarse en esta aventura, no tenían grandes expectativas sobre Venezuela. Sin embargo, este destino los ha dejado boquiabiertos. “El clima, el mar y este lugar… todo me fascina,” afirma la viajera, quien ya suma más de 35 países en su lista de recorridos.
De Siberia a las calles de Petare.
Este viaje fue posible gracias a Elena Tseluiko, una guía turística rusa que lleva dos años mostrando lo mejor de Venezuela a sus compatriotas. Su amor por la cultura latina comenzó en su Siberia natal, donde fundó escuelas en línea para enseñar español. Más tarde, su matrimonio con un venezolano la llevó a cumplir su sueño de conocer América Latina.
“Desde el primer día quise visitar Petare,” cuenta entre risas. Su esposo, sorprendido por la elección, no imaginaba que esta emblemática barriada sería la primera parada de su aventura en Caracas.
Tseluiko organiza recorridos por lugares icónicos del país, como Los Roques, Canaima y el relámpago del Catatumbo, pero asegura que Petare se ha convertido en un atractivo único: “Los turistas quieren ver algo diferente, y Petare tiene ese encanto especial.”
Un barrio lleno de contrastes.
La experiencia comienza con un desayuno típico venezolano en una terraza de Las Mercedes, acompañado por el vuelo de guacamayas. Luego, los turistas son llevados al casco colonial de Petare, donde conocen a Nereida, una vecina que con orgullo abre las puertas de su hogar.
“Aquí no todo es guerra ni droga. Venezuela es cultura, educación y gente bella que recibe con los brazos abiertos,” afirma Nereida mientras comparte su historia con los visitantes.
Aunque en el pasado la zona fue un epicentro de violencia, hoy los habitantes aseguran sentirse más seguros. Según cifras oficiales, la criminalidad en Venezuela ha disminuido significativamente en la última década, aunque todavía quedan retos por superar, especialmente en servicios básicos como agua y transporte.
Turismo que impulsa economías locales.
Además de ser una experiencia enriquecedora para los turistas, las visitas a Petare benefician a la comunidad. Desde mototaxistas hasta comerciantes locales, todos se ven favorecidos por la llegada de visitantes. “Cada turista que viene aporta algo positivo,” señala Nereida con emoción.
Elena Tseluiko confía en que lugares como Petare puedan seguir el ejemplo de barrios en Colombia, como la Comuna 13 de Medellín, que se transformaron en atractivos turísticos gracias a la integración de arte y cultura.
“Petare tiene mucho potencial,” concluye Tseluiko. “Es cuestión de seguir rompiendo mitos y mostrar al mundo que aquí hay belleza, historia y calidez humana.”
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