¿Sabías que el #Cerebro de los #Gatos se ha encogido con el paso del #Tiempo? 🧠🐱

Un estudio reciente revela que los cerebros de los gatos domésticos son más pequeños que los de sus ancestros salvajes, ¡y todo por la domesticación! Desde hace unos 10,000 años, cuando empezamos a tenerlos como compañeros en casa, estos felinos han ido cambiando su tamaño cerebral y de cráneo.

Los científicos hicieron un análisis comparando los cráneos de los gatos que tenemos hoy (los Felis catus) con los de sus parientes salvajes africanos (Felis lybica) y europeos (Felis silvestris). El resultado fue clarísimo: los gatos que viven con nosotros tienen cabezas más pequeñas, y la razón tiene que ver con la “selección natural” durante la domesticación.

Esto significa que, a lo largo del tiempo, el cuerpo de estos felinos produjo menos células de la cresta neural, que están relacionadas con la excitabilidad y el miedo. Esa reducción celular hizo que su cerebro y su cráneo también fueran más chicos.

Los investigadores comentan que esto confirma estudios previos, pero además aclararon que muchas investigaciones antiguas tenían problemas o estaban basadas en datos poco claros. Por eso, ellos decidieron hacer todo desde cero para tener resultados más confiables.

Un dato curioso: aunque algunos pensaban que, al vivir más tranquilos, los gatos deberían haber cambiado la forma de su hocico o paladar, el estudio demostró que no hay diferencias significativas en esa zona entre gatos domésticos y salvajes.

Además, el mito de que los gatos son solo “semidomesticados” porque ellos supuestamente deciden estar con los humanos y no al revés, también fue cuestionado. Los científicos remarcan que estos peluditos han sido útiles para nosotros desde hace siglos, en barcos y granjas, y que la relación va mucho más allá de solo buscar comida fácil.

Este trabajo no solo refresca ideas viejas, sino que ofrece datos nuevos para entender mejor cómo ha sido la evolución de estos compañeros tan especiales. Claro, siempre hay un “pero”: los expertos recuerdan que no podemos comparar exactamente a los gatos actuales con sus ancestros reales porque esos datos son difíciles de conseguir, aunque el ADN antiguo puede ayudar a aclarar un poco el panorama.

Autor Itzel G. Bandala

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