“Sale del campo de batalla, pero las heridas invisibles siguen”: la difícil lucha de los #Soldados israelíes contra el trauma #Postguerra.

Eliran Mizrahi, un hombre de 40 años y padre de cuatro, fue enviado a la franja de Gaza tras el ataque devastador liderado por Hamas contra Israel el 7 de octubre de 2023. Al regresar, su vida cambió para siempre, ya no era el mismo. Su familia relata cómo el trauma de la guerra lo persiguió hasta que, finalmente, no pudo más y se quitó la vida.

Después de haber servido como reservista militar en la ofensiva contra Hamas, Mizrahi regresó a Israel con secuelas psicológicas. Aunque había salido de Gaza, la violencia y el horror no lo abandonaron. Sufría de un trastorno de estrés postraumático (TEPT) que lo llevó a tomar la decisión de acabar con su vida seis meses después de su despliegue.

“Él pudo salir de Gaza, pero Gaza nunca salió de él”, comentó su madre, Jenny Mizrahi, mientras describe el dolor profundo de su hijo. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han admitido que miles de soldados sufren condiciones similares debido al trauma vivido en el frente de batalla, pero no han ofrecido cifras claras sobre cuántos se han suicidado.

El 13 de junio de 2024, la tumba de Mizrahi fue cubierta con flores y la bandera de Israel durante su entierro militar en Jerusalén. A pesar de recibir tratamiento, las secuelas del combate y la presión psicológica pudieron más que las terapias. Eliran solía decir que nadie fuera de Gaza entendería lo que él había presenciado allí. “Él siempre repetía: ‘nadie entenderá lo que vi’”, comentó su hermana Shir.

La “guerra eterna” de Israel deja huella en sus soldados.

El conflicto que comenzó tras el ataque de Hamas, que acabó con más de 1.200 vidas y resultó en la toma de más de 250 rehenes, es ahora la guerra más larga que ha enfrentado Israel desde su fundación. Además, el conflicto no muestra señales de detenerse, con una posible expansión hacia el Líbano, lo que provoca temor entre las tropas.

Un médico del ejército, que sirvió cuatro meses en Gaza, confiesa el miedo compartido por muchos: “Estamos aterrados de que nos vuelvan a reclutar para otra guerra en Líbano”. La guerra ha cobrado más de 42.000 vidas, la mayoría mujeres y niños, según reportes de Naciones Unidas y el Ministerio de Salud de Gaza.

Dilemas morales y una brutalidad invisible.

El propio Mizrahi fue asignado a operar una excavadora D-9, un vehículo blindado utilizado para demoler construcciones en Gaza. Durante los 186 días que pasó en el enclave, fue testigo de atrocidades que dejaron huella en su mente. “Vimos cosas inimaginables”, relató Guy Zaken, su copiloto, quien afirmó que todavía tiene pesadillas con las imágenes de la guerra.

“Ver tanta sangre, de ellos y de los nuestros, es algo que te cambia para siempre”, confesó Zaken. Muchos soldados, como Mizrahi, han tenido que enfrentarse a dilemas morales al encontrarse con civiles en medio del conflicto, mientras que otros se sumergen en un profundo estado de desconfianza hacia la población local.

Una guerra que no termina ni en el campo de batalla.

La lucha psicológica para muchos soldados no termina cuando regresan a casa. El trastorno de estrés postraumático es un estigma que aún persiste entre los militares, y aunque las Fuerzas de Defensa de Israel aseguran que hacen todo lo posible para minimizar las bajas civiles, muchos soldados terminan enfrentándose a la realidad de haber tomado vidas.

A pesar del trauma, Mizrahi accedió a regresar a Gaza. Sin embargo, dos días antes de ser nuevamente desplegado, acabó con su vida. Su familia ahora lucha por mantener su memoria, mientras enfrentan la dolorosa realidad de que la guerra no solo se libra en el campo de batalla, sino también en las mentes de quienes sobreviven a ella.

Autor Itzel G. Bandala

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