Cuando el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se encuentre este viernes con Masoud Pezeshkian, el nuevo mandatario de Irán, habrá un tema que no podrán evitar: la creciente tensión en Medio Oriente y el riesgo de una guerra entre Irán e Israel.
Todo comenzó el 7 de octubre de 2023, con el sorpresivo ataque de Hamás a Israel, lo que ya ha extendido el conflicto al Líbano, donde Israel lucha contra Hezbolá, y ha puesto a Irán en la mira tras disparar misiles hacia Israel el 1 de octubre.
La posibilidad de una guerra directa entre Irán e Israel preocupa a nivel global, no solo por el daño humano y material, sino también por el impacto económico que podría generar. Un ataque de Israel a las instalaciones petroleras de Irán o que Irán bloquee el estrecho de Ormuz —por donde pasa el 20% del petróleo mundial— serían desastrosos.
El encuentro entre Putin y Pezeshkian, en el marco de una cumbre en Turkmenistán, es especialmente relevante para Irán, que carece de muchos aliados en la escena internacional. Según Thomas Juneau, experto en relaciones internacionales, Irán está casi solo, con limitados socios estatales. De hecho, se puede decir que Irán es uno de los países más aislados del mundo, asegura Mansour Farhang, profesor emérito de ciencias políticas.
La “soledad estratégica” de Irán.
Este aislamiento no es algo nuevo. Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán ha tomado decisiones que lo han alejado de otros países, un fenómeno que expertos llaman “soledad estratégica”. Irán, a diferencia de sus vecinos, no es miembro de grandes organizaciones regionales ni de alianzas de seguridad como la OTAN o el Consejo de Cooperación del Golfo.
Además, su condición étnica persa, en una región mayormente árabe, y su mayoría chiita, dentro de un mundo musulmán mayormente sunita, refuerzan esta soledad geopolítica.
Más allá de la geografía, las políticas adoptadas por Irán desde 1979 también han contribuido a su aislamiento. El choque frontal con Estados Unidos y la negativa a reconocer a Israel como estado legítimo son elementos clave que moldean la postura de Irán en la región.
Un aliado real: Siria.
Aunque Irán mantiene relaciones con varios estados, su único aliado real en la región es Siria, cuyo apoyo es limitado debido a la debilidad de su gobierno tras la guerra civil.
En otros países como Líbano e Irak, la influencia iraní no se ejerce directamente a través de los gobiernos, sino a través de milicias y partidos chiitas. Hezbolá en Líbano y las milicias en Irak son fuerzas clave en esta red de apoyo no estatal que Irán ha construido.
Rusia: ¿Un aliado clave?
En los últimos años, la relación entre Rusia e Irán ha crecido, especialmente después de la invasión rusa a Ucrania. Irán ha sido un proveedor clave de drones para la ofensiva rusa. A cambio, Moscú podría ayudar a Teherán con la venta de armamento avanzado, aunque esto podría complicar las relaciones de Rusia con otros países de la región, como Arabia Saudita e Israel.
En conclusión, la soledad de Irán es evidente, pero ha sabido construir una red de aliados no estatales en la región, lo que le permite mantenerse relevante en un escenario internacional hostil. Sin embargo, su futuro dependerá de cómo maneje estas tensiones y las limitadas alianzas con las que cuenta.