Joseph Aquilina, un londinense de 37 años, tiene una aversión particular hacia el término trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Para él, suena a disfunción. Prefiere llamarlo “hiperactividad por diferencia de atención”. A pesar de haber sido diagnosticado con dislexia 16 años antes, Aquilina no se dio cuenta de que sus problemas de concentración, memoria y organización podían deberse al TDAH, hasta que su entorno comenzó a preguntarle sobre su comportamiento.
Su diagnóstico llegó en un momento de crisis personal, mientras equilibraba su trabajo, un nuevo negocio, estudios de posgrado, y su nuevo rol como padre, cuestionándose también sus experiencias de infancia. Ahora, convertido en un especialista en TDAH, comenta que muchas veces este trastorno se descubre en momentos críticos, como el que vivió él.
El alivio que trae un diagnóstico certero es fundamental. El TDAH, un trastorno neurodesarrollo crónico que afecta a aproximadamente el 3% de los adultos, se caracteriza por la hiperactividad, la impulsividad y la falta de atención. Sin embargo, hay varias razones por las que muchas personas, sobre todo adultos de mediana edad, no son diagnosticadas. A menudo, el TDAH se identifica en la infancia, donde un diagnóstico temprano puede marcar una gran diferencia.
Muchos adultos con TDAH ocultaron sus síntomas a lo largo de sus vidas, y es común que también padezcan otros trastornos mentales, lo que complica el diagnóstico. Este problema es aún más notable en niñas y mujeres, quienes a menudo son subdiagnosticadas debido a estereotipos y malentendidos.
“La mayoría de los estudios sobre TDAH se han realizado en hombres”, comenta Annette Björk, profesora de Ciencias de la Salud en la Universidad de Mid Sweden. Cambios significativos en la vida, como el embarazo, pueden llevar a la revelación del TDAH en adultos. A veces, padres de niños diagnosticados se dan cuenta de que ellos mismos pueden tener síntomas, aunque no sientan que esto les perjudique.
La mayoría de los pacientes y expertos coinciden en que recibir un diagnóstico correcto en la edad adulta puede ser liberador. Aquilina, por ejemplo, menciona que entender su condición le ha permitido perdonarse a sí mismo por sus dificultades y, a su vez, que otros lo hagan. Muchos adultos recién diagnosticados expresan que se sienten aliviados al comprender sus luchas y encuentran más fácil buscar tratamiento para manejar su día a día.
Björk ha trabajado con pacientes que fueron diagnosticados a los 50 años y cree que un diagnóstico puede proporcionar a las personas mayores una valiosa comprensión de sí mismas. Además, subraya que el apoyo y la comprensión hacia adultos con TDAH pueden marcar la diferencia en sus vidas, ya que esta condición está vinculada a una menor esperanza de vida, debido a problemas como suicidio y adicciones.
Sin embargo, hay desventajas al ser diagnosticado de TDAH en la adultez. El estigma asociado puede impedir que muchos revelen su diagnóstico en el trabajo. Según Blandine French, investigadora en psicología, el estigma puede manifestarse de muchas maneras, incluso en personas que trivializan el TDAH.
Algunas personas recién diagnosticadas enfrentan emociones complejas: pena y rabia por las oportunidades perdidas. Aunque, en la mayoría de los casos, la aceptación del diagnóstico puede abrir puertas al apoyo y una vida más plena. French comparte su experiencia, donde tras ser diagnosticada a los 30 años, sintió un gran alivio y comprendió por qué había enfrentado tantos retos.
“No soy estúpida”, reflexiona French. Su diagnóstico le permitió continuar su educación y comenzar a investigar el TDAH. Aunque existe preocupación por el sobrediagnóstico en algunos contextos, especialmente en EE.UU., el aumento de la conciencia pública sobre el TDAH, gracias a celebridades y redes sociales, está ayudando a desestigmatizar la condición.
El acceso a medicación y los riesgos asociados son aspectos cruciales a considerar. En EE.UU., la medicación para el TDAH puede influir en la elegibilidad para seguros y empleos debido a pruebas de detección de drogas. Además, los proveedores de seguros a veces prefieren los medicamentos estimulantes antes de explorar otras opciones, lo que puede generar problemas de acceso.
Un estudio reciente reveló un riesgo elevado de manía o psicosis entre quienes toman anfetaminas con receta, especialmente en adultos mayores de 22 años. Esto sugiere que, aunque la medicación puede mejorar los síntomas, no cura el TDAH. Mukherjee, psiquiatra, enfatiza que gestionar las expectativas sobre el tratamiento es crucial; un diagnóstico no resolverá todos los problemas, sino que puede hacer la vida más manejable.
Finalmente, es esencial encontrar un enfoque integral que respete las necesidades individuales de cada paciente. Por ejemplo, un programa diseñado para adultos con TDAH ha demostrado mejorar la calidad de vida de sus participantes, centrándose en el apoyo social y la comprensión mutua.
“Lo más importante es ver a la persona en su totalidad”, concluye Björk. Aquilina, con su creatividad y energía como músico y artista, es un ejemplo de cómo el TDAH, cuando se comprende y se aborda adecuadamente, puede ser una fuerza positiva en la vida de las personas. “No quiero que mis hijos pasen por lo que yo pasé”, afirma French, reconociendo la importancia de la empatía y el apoyo familiar.
Esta reflexión nos recuerda que el TDAH, aunque puede presentar desafíos, también puede ser una fuente de fortalezas únicas en la vida de quienes lo padecen.