En el estado de Guerrero, México, se ha desatado una escalofriante situación provocada por la disputa entre grupos armados por el control de las operaciones mineras en la región. Entre estos grupos destaca la presencia de la “Familia Michoacana”, que ha adoptado métodos inéditos para aterrorizar a la población: el uso de drones para lanzar artefactos rudimentarios contra los civiles.
Esta nueva forma de intimidación ha generado un clima de temor entre los habitantes locales. La crisis alcanzó su punto máximo en mayo, cuando una parte significativa de la comunidad decidió huir de la zona en busca de seguridad. Sin embargo, en la actualidad, numerosos residentes han optado por regresar a sus hogares, respaldados por otro grupo delictivo conocido como Los Tlacos.
Los drones, utilizados como herramientas de terror, sobrevuelan los poblados y, en ocasiones, lanzan artefactos explosivos o incendiarios, poniendo en grave peligro la vida de los ciudadanos. Estos ataques han dejado una huella indeleble en la psicología de la población, que se siente atrapada en una espiral de violencia y miedo.
La persistencia de este conflicto y la incapacidad de las autoridades para contenerlo han generado una crisis humanitaria en la región de Guerrero. Los pobladores se encuentran atrapados en medio de una lucha por el control de los recursos minerales, mientras que sus vidas cotidianas se ven amenazadas por esta inusual forma de agresión desde el aire.
La comunidad local, a pesar de las adversidades, ha mostrado valentía al regresar a sus hogares y resistir la intimidación de los grupos criminales. Sin embargo, la necesidad urgente de medidas de seguridad y la intervención del gobierno son esenciales para poner fin a esta situación de terror que persiste en Guerrero.