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La fuerte tormenta que azotó la Ciudad de México la noche del 16 de septiembre dejó un saldo de severas afectaciones en diversas colonias. Con lluvias que superaron los 70 milímetros, varias zonas, incluidas Tlalpan, Iztapalapa y Coyoacán, se vieron seriamente impactadas, con inundaciones que complicaron la circulación vehicular y el tránsito peatonal.
La Secretaría de Protección Civil activó alertas en respuesta a la emergencia y desplegó equipos de atención en las áreas más afectadas. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, muchas calles quedaron intransitables, generando malestar entre los habitantes que se vieron atrapados en la inundación.
Las precipitaciones provocaron también la caída de árboles y el desbordamiento de drenajes en diferentes puntos de la ciudad. El Sistema de Aguas de la Ciudad de México reportó que, a pesar de las labores de desazolve previas, la infraestructura no pudo manejar el volumen de agua acumulado.
Los reportes de emergencias continuaron durante la mañana del 17 de septiembre, con vecinos solicitando apoyo para desaguar sus viviendas. Las autoridades enfrentan críticas por la falta de preparación y por no haber implementado soluciones efectivas para mitigar el impacto de fenómenos climáticos en la capital.
A medida que los ciudadanos lidian con las consecuencias de la tormenta, la administración de Andrés Manuel López Obrador se ve cuestionada una vez más por su gestión de la infraestructura urbana y la protección civil. Las repetidas crisis por inundaciones han planteado dudas sobre la efectividad de las políticas de prevención implementadas por su gobierno.
Con el pronóstico de más lluvias en los próximos días, se teme que la situación empeore si no se toman medidas inmediatas para reparar los daños y mejorar los sistemas de drenaje. La ciudad, ya afectada por otros problemas, enfrenta ahora la necesidad urgente de evaluar su capacidad de respuesta ante emergencias climáticas.
