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Una noche de horror se vivió en Washington DC luego de que un avión de American Airlines y un helicóptero militar colisionaran en el aire y terminaran cayendo al río Potomac, muy cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan.
La tragedia ocurrió este miércoles por la noche y, según confirmó el presidente Donald Trump, no hubo sobrevivientes entre las 64 personas que iban a bordo de ambas aeronaves.
Un vuelo que nunca llegó a su destino.
El avión, un Bombardier CRJ700, transportaba a 60 pasajeros y 4 tripulantes en un vuelo que salió de Wichita, Kansas, con destino a Washington DC. Por otro lado, el helicóptero Black Hawk llevaba a bordo a tres soldados del ejército estadounidense.
Según la Administración Federal de Aviación (FAA), el impacto se produjo cuando el avión se encontraba en aproximación a la pista, alrededor de las 9:00 p.m. (hora local). Hasta el momento, los equipos de rescate han logrado recuperar 28 cuerpos del avión y uno del helicóptero, según informó John Donnelly, jefe del Departamento de Bomberos y Servicios de Emergencia de la ciudad.
Investigaciones en curso y teorías sobre el accidente.
El presidente Trump se mostró visiblemente afectado por lo ocurrido y aseguró que su gobierno trabajará “incansablemente para averiguar qué pasó“. Además, confirmó que la investigación estará a cargo de la FAA, la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB) y el ejército estadounidense.
En sus declaraciones, Trump insistió en que el avión “seguía su ruta de forma normal“, pero que el helicóptero se encontraba “en un ángulo extremadamente peligroso“. Incluso insinuó que el accidente podría estar relacionado con “malas decisiones” en los momentos previos al impacto. Sin embargo, no presentó pruebas concretas para respaldar esta teoría.
Angustia y dolor en la zona del siniestro.
La alcaldesa de Washington DC, Muriel Bowser, describió el suceso como “una tragedia devastadora” y elogió el trabajo de los equipos de rescate, que han estado operando en “condiciones extremas de oscuridad y frío“.
Por su parte, el director ejecutivo de American Airlines, Robert Isom, expresó su “profundo dolor” por la tragedia y aseguró que la aerolínea está brindando apoyo a las familias de las víctimas. Entre los pasajeros del avión había varios deportistas de la federación de patinaje artístico de EE.UU., así como dos patinadores rusos.
Dudas sobre el sistema de prevención de colisiones.
Expertos en aviación se han mostrado sorprendidos por lo ocurrido, ya que los aviones comerciales y militares cuentan con el Sistema de Alerta de Tráfico y Evasión de Colisiones (TCAS), diseñado para evitar este tipo de accidentes.
“Técnicamente, esto no debería haber pasado. Es desconcertante y trágico”, afirmó Geoffrey Thomas, consultor en aviación. Además, se confirmó que ambas aeronaves estaban transmitiendo señales sobre su trayectoria y altitud antes del impacto, lo que hace que las dudas sobre el accidente sean mayores.
Rescate en condiciones extremas.
La recuperación de los restos está siendo una tarea titánica debido a las bajas temperaturas y el viento, que ha desplazado partes del fuselaje del avión por el río. “Estamos revisando cada centímetro cuadrado en busca de cuerpos”, informó Donnelly.
El Aeropuerto Nacional Ronald Reagan suspendió todas sus operaciones tras el siniestro, pero reanudó sus vuelos a las 11:00 a.m. del jueves.
Mientras tanto, testigos del accidente describieron escenas de terror. “Vi una gran bengala blanca en el cielo y luego chispas por todas partes”, relató un residente de la zona. Otros aseguraron que el avión parecía estar a solo minutos de aterrizar antes del choque fatal.
Un país en vilo.
Las autoridades han prometido esclarecer las causas de la tragedia y brindar respuestas a las familias de las víctimas. “No descansaremos hasta saber la verdad”, aseguró el secretario de Transporte, Sean Duffy.
Este accidente ha dejado una huella imborrable en la aviación estadounidense, y ahora todo el país espera conocer la verdad sobre lo que realmente pasó en el cielo de Washington DC. 🙏
