El nuevo Tren Insurgente, que conectará la Ciudad de México con Toluca, está programado para operar con una velocidad máxima de 160 km/h y tendrá salidas cada 10 minutos. Esta obra de infraestructura, que se ha enfrentado a múltiples retrasos y sobrecostos, busca mejorar la conectividad entre ambas ciudades.
El gobierno federal, encabezado por AMLO, ha enfatizado los beneficios del tren para reducir los tiempos de traslado y promover el desarrollo regional. Sin embargo, algunos expertos y ciudadanos han cuestionado la efectividad del proyecto, citando preocupaciones sobre la inversión y la planificación.
A pesar del optimismo oficial, el proyecto ha sido criticado por su alto costo y los desafíos técnicos que ha enfrentado desde su inicio. Las pruebas de funcionamiento del tren comenzaron en agosto de 2024, y se espera que la obra esté plenamente operativa para el primer trimestre de 2025.
El Tren Insurgente representa un esfuerzo significativo del gobierno para modernizar el transporte en la región. No obstante, los críticos siguen preocupados por la falta de transparencia en el manejo de recursos y el impacto ambiental de la construcción.
A medida que avanza la construcción y se realizan más pruebas, la opinión pública se mantiene dividida sobre los verdaderos beneficios del proyecto. Las autoridades deberán enfrentar estos desafíos y demostrar que esta inversión responde a las necesidades de los ciudadanos.