El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó este lunes que continuará con la construcción del muro fronterizo con México, una de sus promesas más polémicas durante su campaña.
En una rueda de prensa desde su residencia en Mar-a-Lago, en Palm Beach, Florida, Trump adelantó que este nuevo tramo del muro será considerablemente más caro, debido a los avances en la tecnología y materiales que se emplearán. Según él, se utilizará un hormigón de alta resistencia y barras de refuerzo para hacerlo aún más fuerte.
El magnate no se guardó sus críticas por el alto costo de la obra, subrayando que este tramo será “cientos de millones” de dólares más caro que el primero que construyó durante su mandato anterior. “Es un proceso muy costoso, una pared muy cara”, reconoció, pero recalcó que es esencial para asegurar la frontera sur de EE. UU.
La inmigración y las deportaciones: el corazón de su agenda
Trump también hizo hincapié en que su enfoque migratorio no se limita al muro, sino que pondrá el foco en deportaciones masivas. Su plan incluye el uso de las Fuerzas Armadas para implementar estas políticas y la invocación de la Ley de Emergencias Nacionales de 1976, la cual le otorgaría poderes especiales para evitar el bloqueo del Congreso, actualmente controlado por los republicanos.
Según Trump, la situación es una “amenaza a la seguridad nacional” y requiere medidas extraordinarias. En su primer mandato, utilizó esta misma ley para redirigir fondos del Pentágono hacia la construcción del muro, lo que generó múltiples demandas judiciales. Ahora, pretende usar la misma estrategia para acelerar la implementación de su política migratoria.
Más material, más costo, más seguridad.
La construcción del muro, ahora con hormigón reforzado, es mucho más costosa que en su primer intento. Trump afirmó que el uso de estos materiales avanzados hará la barrera más robusta y duradera, algo que, según él, es necesario para proteger la seguridad en la frontera.
Reacciones encontradas.
Las palabras de Trump ya están generando reacciones en ambos lados de la frontera. En México y en EE. UU., la polémica está servida. Las organizaciones de derechos humanos expresan su preocupación por el impacto de estas medidas sobre las comunidades migrantes y las relaciones entre los dos países.