Las llamadas anónimas no paraban de llegar. Decían que algo espantoso había ocurrido cerca de Teuchitlán, un municipio a tan solo una hora de Guadalajara, Jalisco, y que los Guerreros Buscadores de Jalisco deberían investigar un terreno llamado Rancho Izaguirre.

Este grupo, formado el año pasado por víctimas de la violencia en el estado, decidió actuar, motivados por su misión de encontrar a los desaparecidos. Raúl Servín García, miembro de este colectivo y quien busca a su hijo desde 2018, explicó: “Recibimos mensajes y no podemos quedarnos con la duda”. Así que un grupo de unos 40 integrantes se dirigió a investigar el rancho.
En ese sitio, se sabía que seis meses antes hubo un enfrentamiento entre la Guardia Nacional y criminales, y que la Fiscalía de Jalisco ya había hecho algunas investigaciones. Sin embargo, el lugar no tenía ninguna señal de haber sido inspeccionado: no había cintas de acordonamiento ni protección alguna. “Nos arriesgamos, porque pudo haber gente armada dentro, pero afortunadamente no había nadie”, cuenta Servín.

Lo que encontraron allí fue algo que nunca imaginaron. En lugar de pistas que los acercaran a sus seres queridos, el Rancho Izaguirre reveló señales de haber sido un centro de entrenamiento y exterminio. “Nos causó un impacto tremendo. Muchos de nosotros lloramos al pensar que podría ser nuestro familiar”, dice Servín, visiblemente afectado.
Restos humanos, armas, ropa y otros objetos personales fueron hallados. Servín detalla que el grupo encontró más de 400 objetos, como zapatos, mochilas y ropa. Además, la Fiscalía confirmó que hallaron seis grupos de restos óseos en diferentes lugares del rancho. La investigación también reveló que los cuerpos fueron quemados y luego enterrados bajo losas de ladrillo y tierra.
La historia detrás de este sitio sigue sin estar completamente clara. Aunque se sabe que la Guardia Nacional realizó un operativo en septiembre, la Fiscalía no pudo identificar los restos durante su propia inspección. Servín y su equipo, en cambio, rápidamente dieron con los restos humanos y señalaron que el lugar había sido diseñado para deshacerse de evidencias.
“La Fiscalía hizo su recorrido, pero no se dieron cuenta de lo que había”, lamenta Servín. Según los Guerreros Buscadores, el rancho no solo sirvió como campo de entrenamiento, sino también como lugar para exterminar a personas. Los objetos personales hallados, como zapatos y ropa táctica, podrían ser evidencia de jóvenes reclutados por el crimen organizado.

Aunque las autoridades locales aseguran que no hay estructuras tipo horno, los buscadores están convencidos de que en el rancho se utilizó una especie de fosa de quemado, que no era un horno industrial, pero sí un espacio donde los cuerpos eran incinerados en la tierra.
Debido a la frustración con las investigaciones, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha decidido que la Fiscalía General de la República tome el control del caso. Mientras tanto, los Guerreros Buscadores de Jalisco aseguran que seguirán su trabajo en el rancho, para asegurarse de que no haya más evidencias ocultas.
“Queremos quitar la incertidumbre de si hay más personas enterradas alrededor del rancho”, concluye Servín, quien sigue buscando respuestas en medio de este aterrador hallazgo.