Los vestigios históricos de la Zona Arqueológica de Tula, como los frisos, los Atlantes y el juego de pelota, están enfrentando un deterioro severo. El arqueólogo Pedro Cardoso Reyes ha lanzado un llamado urgente para que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realice un estudio profundo que detenga las afectaciones antes de que sea demasiado tarde.
Pedro Cardoso, en un recorrido por el área, explicó que parte de los daños más graves se deben a restauraciones mal ejecutadas. Los arqueólogos que han trabajado en las consolidaciones durante los últimos 70 años, aunque bien intencionados, no cuentan con los materiales ni las técnicas adecuadas. Según Cardoso, es momento de que intervenga la Escuela Nacional de Restauración, pues la zona lleva ya 72 años desde su descubrimiento y no ha recibido la atención especializada que necesita.
Uno de los espacios más preocupantes es el Coatepantli, una estructura que resalta la grandeza de la cultura Tolteca y está ubicada en la base del Edificio B, sobre los muros norte y oriente. Aquí, se ha perdido la mayoría de los frisos: de 51, ya se han destruido completamente 25, y 22 más están en peligro, deteriorándose capa a capa. Cardoso menciona que esto es consecuencia de haberles colocado un techo de lámina que impide que los elementos naturales, como el sol y el aire, realicen su función natural de conservación.
El arqueólogo también destacó otros problemas graves. Por ejemplo, los Atlantes y las estelas ya presentan un deterioro visible, con fragmentos cayéndose. Además, en el juego de pelota, se ha detectado que la escalinata presenta daños severos, supuestamente provocados por trabajos de mantenimiento mal ejecutados. A esto se le suman los pozos de saqueo, que también han contribuido al daño, aunque en estos casos las piedras aún pueden ser recuperadas y reubicadas.
Otra preocupación es la acumulación de sulfato de calcio y salitre en algunas piedras, lo que indica una sobrecarga de humedad. Las piedras de cantera, por su parte, están sufriendo una descompensación por el exceso de agua, lo que está provocando una enfermedad llamada hidrólisis. La situación se agrava por el uso de un “cañón” de aire instalado para neutralizar la humedad, que en lugar de solucionar el problema, ha acelerado el proceso de destrucción.
Cardoso propone que se presente un proyecto de restauración adecuado y que sea ejecutado por especialistas de la Escuela Nacional de Restauración. El costo sería mínimo, ya que solo se necesitaría comprar cal para los trabajos de consolidación.
Respecto a la reciente ratificación de Diego Prieto Hernández como titular del INAH, anunciada por la presidenta Claudia Sheinbaum, el arqueólogo mostró ciertas reservas, argumentando que la zona arqueológica de Tula ha sido largamente ignorada.
A pesar de las dificultades, Pedro Cardoso ha liderado importantes proyectos de restauración en la región, como los trabajos en la Zapata II, los Petrograbados de La Malinche, el puente del Río Rosas, y la reciente intervención en la Catedral de San José de Tula. Sin embargo, la magnitud de los daños en Tula requiere de una intervención mucho más integral y urgente.