Decenas de católicos chinos han desafiado las restricciones del régimen de Beijing para viajar a Mongolia y presenciar la visita del Papa Francisco. A pesar de las prohibiciones de las autoridades chinas y las largas travesías en tren, estos valientes creyentes llegaron a Mongolia en busca de inspiración y un mensaje del Papa.
La comunidad católica en Mongolia consta de aproximadamente 1,400 fieles, y se esperaba que también hubiera peregrinos de China y Rusia en la misa especial que el Papa celebraría en el estadio Estepa Arean de Ulán Bator.
Sin embargo, el régimen chino no permitió que los prelados salieran del país, lo que impidió una mayor representación de peregrinos en el evento. A pesar de esto, el Papa aprovechó la oportunidad para enviar un saludo al pueblo chino y a los católicos en el país.
Los católicos chinos que lograron llegar a Mongolia hicieron un esfuerzo adicional para mantener su identidad oculta, llegando en trenes y evitando volar para no quedar registrados. Algunos exhibieron con orgullo sus banderas regionales, mientras que otros prefirieron permanecer en el anonimato.
A pesar de las dificultades, estos valientes creyentes estaban decididos a presenciar la visita del Papa y recibir su mensaje de unidad y paz. La relación entre el Vaticano y China ha sido complicada en los últimos años, pero la visita del Papa a Mongolia ofreció una oportunidad para expresar el deseo de fortalecer las relaciones bilaterales y unificar la Iglesia católica en China.