En medio del trajín de una campaña política, cada declaración puede ser una piedra en el zapato o un golpe maestro. Lamentablemente, Xóchitl Gálvez ha tropezado recientemente, revelando que su candidatura aún no ha alcanzado el nivel de perfección necesario para enfrentar las tendencias adversas.
Sus comentarios sobre Tijuana, hechos durante un mitin, han causado revuelo. Al referirse a la ciudad, la comparó desfavorablemente con Cancún y destacó su atractivo turístico basado en la gastronomía y la Ruta del Vino de Mexicali. Esta comparación despectiva hacia Tijuana, el municipio más poblado de México, podría dañar sus posibilidades electorales en la región.
Es inconcebible que un candidato ponga en riesgo su apoyo en un municipio tan significativo como lo es Tijuana. La ciudad, con una población que supera los dos millones de habitantes, es un actor crucial en el panorama político y social del país.
Tijuana es mucho más que su imagen estereotipada. A lo largo de los años, ha sido testigo de importantes eventos políticos y sociales, incluyendo la primera victoria de la oposición en una gubernatura hace 35 años. Además, la ciudad es un crisol de culturas, donde convergen los sueños y las luchas de miles de migrantes.
Es decepcionante escuchar a Xóchitl Gálvez hablar sobre Tijuana de esta manera, especialmente considerando su falta de experiencia directa en la ciudad y su desconocimiento sobre su vibrante escena gastronómica y vinícola. Sus comentarios, basados en rumores y malentendidos, revelan una desconexión con la realidad de la región.
Es alentador ver que la gobernadora Marina del Pilar ha salido en defensa de Tijuana y del Valle de Guadalupe, refutando los comentarios de Gálvez y destacando los aspectos positivos de la región. Sin embargo, estos episodios subrayan la necesidad de que los candidatos afinen sus estrategias de campaña y demuestren un mayor conocimiento y sensibilidad hacia las comunidades que buscan representar.