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Centenares de devotos católicos se congregaron en Pachuca el Viernes Santo para participar en la emblemática Procesión del Silencio, demostrando su profunda fe. El evento comenzó en la parroquia de la Asunción de María, en el corazón de la capital hidalguense, bajo la dirección del padre Miguel Peña, y concluyó en la Basílica Menor de Santa María de Guadalupe, conocida como ‘La Villita’.
La banda de guerra de la policía estatal abrió paso al contingente, que portaba las imágenes de Cristo yacente y la Virgen de los Dolores, mientras recorrían las calles de la ciudad. La procesión atravesó lugares emblemáticos como el viaducto Nuevo Hidalgo y la plaza Independencia, donde se unieron más fieles para mostrar solidaridad y acompañamiento al dolor de Jesús durante su crucifixión.
En un momento de pausa en la calle Guerrero, los participantes demostraron su respeto al luto por la muerte de Jesús, algunos deteniendo la música en locales cercanos. La procesión, iluminada por faroles llevados por los devotos, continuó hacia Plaza Juárez, donde más personas se unieron para contemplar las imágenes religiosas y participar en la tradición.
En la Basílica Menor, los devotos revivieron los Siete Dolores de la Virgen María, reflexionando sobre momentos significativos en la vida de Jesús y su madre. Los líderes religiosos enfatizaron la importancia de este tiempo litúrgico para la reflexión sobre la muerte y resurrección de Jesucristo.
