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En las afueras de Kiev, los pioneros de Vyriy, una firma ucraniana de drones, trabajaban recientemente en un arma futurista. Oleksii Babenko, de 25 años y CEO de Vyriy, demostró su funcionamiento al ser seguido por un dron mientras conducía su motocicleta por un camino rural. Lo que antes requería un piloto humano, ahora era dirigido por software autónomo utilizando la cámara del dron para rastrearlo.
Vyriy es solo una de las muchas compañías en Ucrania impulsadas por la guerra con Rusia, transformando drones comerciales en armas autónomas. Esta carrera tecnológica ha convertido a Ucrania en un Silicon Valley de drones y armamentos.
Las tecnologías emergentes están reduciendo el papel del juicio humano en la selección y ejecución de objetivos. Con el respaldo del aprendizaje profundo, estas máquinas ahora pueden actuar de manera autónoma en situaciones de combate, un avance que podría definir una nueva era de robots asesinos.
En entrevistas con empresarios y militares ucranianos, se vislumbra un futuro donde drones autoguiados coordinen ataques y helicópteros no tripulados con ametralladoras planeen operaciones militares.
Aunque menos sofisticadas que los sistemas militares de grandes potencias, estas armas son accesibles y económicas, construidas con componentes fácilmente disponibles y códigos en línea, lo que preocupa a algunos por su posible uso en ataques terroristas.
Para Ucrania, estas tecnologías ofrecen una ventaja crucial contra Rusia, impulsando un debate global sobre las implicaciones éticas y legales de la IA en la guerra.
En el frente, soldados como Dev de la 92.ª Brigada de Asalto están adoptando drones autónomos para mejorar la efectividad militar, enfrentando desafíos técnicos pero reconociendo su potencial transformador en el campo de batalla.
El desarrollo de armas como Wolly, una torreta autónoma que utiliza IA para detectar y disparar objetivos, ilustra cómo la innovación se adapta a las necesidades urgentes del conflicto en curso en el este de Ucrania.
En tiempos de guerra, la colaboración entre ingenieros y soldados ha impulsado soluciones creativas, como metralletas controladas a distancia que mejoran la defensa de las líneas del frente.
