Dos migrantes originarios de Hidalgo fueron hallados sin vida en la peligrosa frontera entre México y Estados Unidos, después de desaparecer durante su intento por cruzar hacia el norte en busca de un futuro mejor. Estos trágicos incidentes, ocurridos este año, subrayan los riesgos extremos que enfrentan miles de personas que sueñan con llegar al “sueño americano”.
La información fue compartida por una organización de migrantes hidalguenses en Estados Unidos, que prefirió no ser identificada. Según explicó el grupo, estos casos reflejan la realidad brutal que viven aquellos que se arriesgan a cruzar una de las fronteras más peligrosas del mundo.
Primer caso: tres meses de incertidumbre en el desierto
El primer caso involucra a un hombre hidalguense que viajaba junto a otros migrantes hacia la frontera sur de Estados Unidos. En un momento del viaje, el hombre se separó del grupo en uno de los tramos más inhóspitos y áridos del desierto estadounidense. Durante tres largos meses, su familia en México vivió en la incertidumbre, sin noticias de su paradero.
Finalmente, un equipo de rescate logró localizar sus restos, aunque las extremas condiciones del desierto, sumadas al calor y la fauna local, dificultaron la preservación de su cuerpo, lo que hizo que su identificación inicial fuera todo un reto.
Para confirmar su identidad, fue necesaria la ayuda de expertos forenses internacionales. Después de un análisis minucioso, que incluyó pruebas dentales y la identificación de restos de ropa en el lugar, se logró confirmar que se trataba de un migrante originario de Hidalgo.
Segundo caso: cadáver sin nombre por más de dos meses
El segundo incidente ocurrió cuando se halló otro cadáver en el mismo sector fronterizo. El cuerpo permaneció sin identificar durante más de dos meses. Finalmente, tras realizar un análisis de las huellas dactilares, se logró descubrir que también se trataba de un migrante de Hidalgo. Este caso pone en evidencia las enormes dificultades que enfrentan las autoridades para identificar a los migrantes que no portan documentación, lo que hace aún más complejo el proceso de darles una identidad después de su muerte.