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Eliminar la comida chatarra de las escuelas suena como una gran idea, pero en la práctica… no es tan fácil. El reto de cambiar los hábitos alimenticios en niñas y niños va mucho más allá de cerrar la tiendita o prohibir las papitas.
El profesor e investigador Marcos Galván García, del Instituto de Ciencias de la Salud (ICSa) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), explicó que aunque ya se quiere aplicar esta medida, no se puede hacer de forma drástica, pues la realidad en las escuelas y en casa es muy distinta.
Para enfrentar este tema, la UAEH impulsa el proyecto “NUTRENTO”, que funciona como un observatorio internacional de entornos escolares, y cuenta con una plataforma especializada para evaluar cómo se está comiendo en las escuelas y aplicar medidas efectivas.
El verdadero objetivo, según Galván, es lograr que los alumnos aprendan por qué es importante dejar de consumir productos ultraprocesados, pero también que los papás y mamás se sumen a la causa, ya que muchas veces optan por dar dinero a sus hijos en vez de prepararles algo saludable por falta de tiempo o recursos.
La estrategia no solo implica decir “no más chatarra”, sino también crear conciencia en todos los sectores involucrados: directivos, cooperativas escolares, docentes y por supuesto, las familias.
Aunque ya se anunció que a partir de marzo de 2025 se permitirá únicamente la venta de alimentos saludables en todas las escuelas públicas y privadas del país, desde el nivel básico hasta el superior, todavía queda mucho camino por recorrer.
En lugares como Pachuca, incluso durante celebraciones como el Día del Niño, las escuelas están comenzando a cambiar dulces por actividades más sanas, como salidas al cine, dejando atrás los tradicionales dulceros.
Así que el plan está en marcha, pero como bien dicen por ahí, el cambio comienza en casa y poco a poco. Porque sí, decirle adiós a la comida chatarra no es tan simple como cerrar una bolsa de papitas.
